lunes, 8 de junio de 2009

OTIUM: cena de fin de curso del IES de Curtis


Desde hace unas semanas vengo leyendo con placer y, lo reconozco, con cierta envidia en los blogs-cómplices de mis compañeros/as las crónicas de cenas y despedidas que ponen -inmejorable- fin a un curso y, en muchos casos, a una etapa. Pues bien, ya era hora de que estas alas de sirena sacasen también del armario sus mejores galas para albergar el relato de la cena de los alumnos de 2º de bachillerato del IES de Curtis, a la que tuvieron la deferencia de invitarme, a pesar de que sólo les daba clase a tres de ellos (ellas, en este caso), y a la que, por supuesto, tuve el placer de asistir. Menuda es una para perderse una fiesta...

El banquete tuvo lugar en Melide, "cerne de Galiza" (un saludo si lees esto, Susana-Aspasia). Comimos mucho y muy bien, bebimos cada cual lo que y cuanto consideró oportuno (unos más y otros menos pero ninguno en exceso; yo opté por el agua mineral porque hay ocasiones en que 0'00 es la mejor nota) y hablamos de muchas cosas, incluso de griego. Me fue muy grata la (al parecer) tradicional "firma de orlas": era algo que desconocía pero reconozco que tiene su encanto dejar por escrito los deseos de éxito y felicidad para el futuro. A muchos, a todos los que me lo pidieron, fuesen alumnos directos o no, les deseé por escrito un camino jalonado de triunfos, buena suerte en la Bonoloto, novios/as trabajadores/as...

Estoy seguro de que no les faltará viento favorable en su travesía, sea cual sea el mar que elijan. Otra posibilidad sería mal pago a su honestidad y a su lealtad, materias que no figuran en el curriculum pero que, al final, son las verdaderamente fundamentales. O, al menos, así debería ser. Chicos, pedid que el camino sea largo, como decía el poeta Kavafis, y disfrutad siempre del presente ("carpe diem"), aunque sea imperfecto. Os lo dice quien no siempre (o casi nunca) ha sabido hacerlo: así me va...



Mención aparte merecen, obviamente, mis tres alumnas de griego II: ciertamente pocas podían competir en belleza y elegancia con ellas. Claro que aquí supongo que soy algo más que sospechoso de subjetividad. Es difícil ser objetivo a la hora de valorar a tres personas que me obsequiaron durante estos nueve meses con su paciente y agradable compañía, que contribuyeron grandemente a que mi estado de (des)ánimo no degenerase en nada peor, que se supieron convertir en una Ítaca inesperada e inmejorable, aunque efímera...Espero que mi recuerdo no sea efímero para ellas. El suyo para mí no lo será. Así se lo hice constar en sus orlas. Agradecido por lo recibido, Lucía, Laura, Andrea.


Un saludo y buena suerte.

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